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¿Cómo se diagnostica la EM?

Actualmente, el procedimiento que se sigue para determinar si padecemos de este mal se basa en las siguientes condiciones:
– Tienen que existir datos objetivos que demuestren como mínimo dos zonas con falta de mielina o lesiones debidas a la falta de esta. Además, tienen que encontrarse en diferentes áreas neurológicas y separadas en el tiempo. Esto significa que estos síntomas se encuentran en diferentes lugares y, en varias ocasiones, tanto en el cerebro como la médula espinal o el nervio óptico.
– Que previamente se hayan descartado otro tipo de enfermedades que puedan ser causantes de síntomas neurológicos parecidos.
En algunos casos esto puede durar incluso años. Ya que, si el paciente llega a la consulta con su primer brote de esta enfermedad, esta no será determinada por la falta de pruebas de diferentes momentos en el tiempo.
PRUEBAS FÍSICAS
Entre los signos más habituales que puede detectar el médico durante este examen se encuentran:
– Un movimiento ocular alterado y una reacción anormal de las pupilas.
– Cambios sutiles en el habla.
– Alteración de los reflejos.
– Problemas de coordinación.
– Alteraciones sensoriales.
– Muestras de espasticidad o de debilidad en los brazos o piernas.
PRUEBAS DIAGNÓSTICAS
La prueba más fiable es la resonancia magnética, ya que es capaz de detectar placas o cicatrices causadas por esta enfermedad. Nos permite obtener de forma no invasiva imágenes muy precisas del cerebro.
A veces sus resultados no son determinantes, ya que en algunos casos el paciente no presenta daños en el cerebro, sino que sus lesiones se encuentran en la médula espinal. Eso hace que se requieran pruebas complementarias.

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